Uno de los motivos más frecuentes para sentirse alterado son los traumas. Pueden ser traumas físicos como accidentes o agresiones, o traumas psicológicos como desprecio por parte un ser querido, rupturas amorosas, traiciones, bulling, etc.
El desequilibrio psicológico que producen puede tener como consecuencia miedos, fobias, ataques de pánico, ansiedad, dolores, enfermedades autoinmunes, problemas con las relaciones afectivas, problemas laborales, problemas familiares, problemas de concentración, etc.
En terapia regresiva los traumas se tratan desde dos vías diferentes, por un lado la física y por otro lado la psicológica y energética. Durante la experiencia se revive el momento del trauma identificando las reacciones físicas, emocionales y mentales. Es usual que durante un trauma se generen programaciones mentales que eviten que se repitan un futuro. Por ejemplo:
- No me volveré a fiar de nadie
- No volveré a amar
- No me van a volver a tocar
- Nunca más confiaré
- No puedo evitarlo, no puedo hacer nada
- Me las va a pagar
- No quiero volver a sufrir
- Nadie me ayuda
- Estoy solo
- Quiero dejar de sufrir
- Me vengaré
Es fundamental revivir la experiencia para desprogramar estos mandatos, de no ser así, seguirán afectando a nuestra vida.
La carga emocional y psicológica de los traumas suele estar asociada al miedo, la culpa, la rabia, la frustración, la impotencia, etc. Al revivir el trauma también se recupera el control sobre estas emociones. Para conseguir esto es fundamental tener en cuenta la energía volcada durante el suceso traumático. Esa energía no es sólo nuestra sino que también pertenece a las personas que lo protagonizaron; acompañantes en el accidente, agresores, ex parejas, familiares y amigos.
La sanación se completa, tras revivir el suceso traumático, con el intercambio de energías necesario con las personas involucradas. Para ello es importante ser consciente de la necesidad de este intercambio. Sentirse culpable, abandonado, rechazado, traicionado o atacado son emociones que requieren de un contrario con el que saldar una deuda energética.
Por poner un ejemplo; cuando sentimos culpa tenemos en la necesidad de pedir perdón y de ser perdonados, de no ser así, la culpa no sanará y permanecerá en nuestro corazón. A la inversa sucede lo mismo, cuando nos hemos sentido agredidos necesitamos que la otra persona se disculpe y, fundamentalmente, perdonar a nuestro agresor. A esto me refiero cuando hablo de deuda energética.
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