La terapia regresiva se basa en el principio de atemporalidad de la consciencia. Para nuestra consciencia el tiempo no existe y es un concepto ligado a la existencia física. Lo que a nuestros ojos físicos y experiencia corporal supone 10, 100, 200 o 1000 años para nuestra consciencia ocurre en el mismo momento. Una experiencia traumática en la que nuestra consciencia experimenta un gran sufrimiento puede tener ecos en otras situaciones similares durante nuestra vida. Por ejemplo si me he quedado encerrado en un armario cuando era niño, es normal que tengan miedo a los espacios cerrados cuando sea mayor; si además esa situación recupera un recuerdo de otra vida en la que fui enterrado vivo, el trauma y el miedo serán aún mayores.
En esos momentos el pánico de ambas experiencias desatan en nuestro presente una reacción desproporcionada al cerrarse una puerta y/o sentirnos encerrados.
La terapia reresiva permite hacer consciente esa realidad de otras experiencias, liberando así la energía atrapada en ellas y recuperando el control en circunstancias similares.
Muchos de los problemas tienen una base en los mandatos que instauramos en nuestra mente durante las experiencias traumáticas. Por ejemplo si me ha traicionado un amigo muy querido es normal que programe un mandato en mi mente que diga “no volveré a confiar en nadie”. Ese mandato afecta a nuestra vida, nuestras relaciones, nuestra capacidad de amar, etc. Liberando la energía en la situación original se liberan también las órdenes y mandatos que programamos en ese momento.
Existen multitud de mandatos, por poner algunos ejemplos:
- No vea confiar en nadie
- Es mejor no amar y así no sufrir.
- Nunca me van a querer.
- No volveré a enamorarme.
- Merezco ser castigado.
- No merezco ser feliz.
- Soy culpable
- Tengo miedo de que pase algo.
- Tengo que tener todo bajo control.
- Me voy a vengar
- Me quiero morir ya
- Quiero dejar de sufrir
- No quiere vivir así
- Mi vida tiene sentido
- No podré soportarlo
- Nadie me quiere
- Nadie me puede ayudar
- No me puedo defender, no se puede hacer nada
- No volveré a ayudar a nadie.
- Quisiera no haber nacido
- Soy una carga
- Si obedezco todo saldrá bien
- No quiero separarme de mi mamá
Imagine lo que estos mandatos pueden hacer al iniciar un nuevo proyecto, una nueva relación, una familia, etc. Ahora reflexione y descubra sus propios mandatos. Aquellas frases que resuenan en su cabeza como mantras cuando se enfrenta a un reto o cuando las cosas no salen como usted desea.
En resumen, la terapia regresiva permite acceder a ciertos recuerdos almacenados en el subconsciente haciéndolos conscientes, y de esta forma, alcanzando un nivel mayor de consciencia, podemos coger las riendas de esas sensaciones para que no vuelvan a afectar a nuestra vida y nuestra conducta.
¿Cómo se realiza?
Se realiza tumbado en una superficie cómoda, con el terapeuta a un lado guiando la regresión. Suele durar aproximadamente una hora y media o dos horas. No se requiere hipnosis y en todo momento se mantiene la consciencia plena, tanto es así que se puede coger el teléfono, ir al baño, etc. Aunque es preferible un entorno silencioso para aumentar la concentración y mejorar los resultados.
Regresión
La regresión surge a través de los síntomas físicos y emocionales que se sufren durante una experiencia intensa o traumática. Tras indicar el motivo de consulta, el terapeuta comenzará a guiar la regresión en base a los síntomas físicos y emocionales que causan el malestar o el problema. Comienza así un estado alterado de conciencia (la regresión) en el que se pueden vivenciar en paralelo el suceso que originó el motivo de consulta y el tiempo presente que se vive durante la sesión.
Durante la regresión se pueden reexperimentar episodios de la infancia, la vida adulta, la vida fetal, el espacio entre vidas, una vida pasada o de una realidad alternativa. Ni la persona que entra en regresión ni el terapeuta pueden orientar la dirección que tomará la experiencia, es decir, el proceso consiste en sanar el motivo de consulta.
Explicación detallada de la técnica y el procedimiento
La terapia regresiva tiene una orientación constructivista, en la cual se trabajan todos los elementos que afectan a la vida: pensamientos, emociones, comportamientos, imágenes, sueños, percepciones, etc.
Todos forman parte de nuestra vida y, por tanto, forman parte del proceso de dar significado a la experiencia que vivimos. Se han de trabajar de una forma global y holística para poder dar significado a la experiencia.
Es por ello que en la terapia regresiva se hace especial hincapié en los síntomas: conductas, emociones intensas o dolores físicos que, vistos desde un enfoque global, forman parte de la experiencia y se han de trabajar conjuntamente para sanar el problema.
Vivir o reexperimentar los síntomas mediante la regresión es una forma de dar significado a la experiencia y, por tanto, de hacerla consciente. El resultado se obtiene al ligar la relación entre todos los elementos de la experiencia, reacciones físicas, emocionales y mentales y del significado consciente que se ha construido mediante estos. Este significado es el conocimiento consciente de la experiencia, y permite la sanación.
Las emociones, los pensamientos y las reacciones físicas son los que dan significado la experiencia.
Cada uno construye una parte de la realidad de la persona. Cuando estos elementos no se perciben completamente, la realidad construida a partir de estos tiene un error en sus cimientos que, a la larga, generan un problema emocional o conductual. El sentido propio de la identidad y del “YO” se basa en estas experiencias. Además, esta interpretación de la realidad es la que define nuestro patrón de supervivencia y respuesta ante los estímulos. Una interpretación errónea de esta realidad es la causante de procesos de fobia, ansiedad, sentirse atascado, conductas agresivas, aislamiento, etc.
Los síntomas como emociones intensas, alteraciones conductuales o dolores físicos, tienen que ver con un significado que normalmente se halla en el inconsciente de la persona y no se sabe expresar, pero no por eso dejan de tener sentido o ser real para la persona. Surgen además sin una razón aparente, perturbando así a la persona que lo sufre. Las terapias cognitivas tratan de demostrar que estos síntomas son fruto de un sesgo cognitivo, distorsión o creencia irracional, que hay que identificar y cambiar por otra construcción más lógica o racional. Desde la perspectiva constructivista se entiende que las construcciones son lógicas y reales para la persona, aunque puedan parecer inadecuadas desde el punto de vista del terapeuta e incluso de la propia persona. Es importante, por lo tanto, no juzgar en absoluto las creencias y las construcciones que surgen durante la terapia regresiva. Ya sean elementos lógicos o ilógicos, tabús, desagradables, grotescos, espirituales, paranormales o de ciencia-ficción. Desde esta perspectiva, el terapeuta no es más que un guía, acompañante o facilitador para el desarrollo del sistema cognitivo de la persona.
El objetivo es eliminar el síntoma, o que este deje de afectar la vida y la conducta de la persona.
Pero eso tiene que hacerlo la propia persona desde la reinterpretación consciente de su realidad. Esto se consigue al reconocer los significados personales implicados en los síntomas, en lugar de intentar controlarlos como en otras estrategias o enfoques cognitivos.
“se observa que en el momento que el paciente se da cuenta de esto tiene una activación emocional intensa y de golpe se recompone, y todo esto que le parecía caótico adquiere a sus ojos una coherencia en el presente y empieza a explicarse experiencias que recurrieron en su pasado” (Guidano y Quiñones, 2001, p. 115)
A partir de esta resolución se pueden trabajar las conductas, emociones y relaciones afectivas de la persona tras el suceso traumático, sanando así cada una de ellas. En muchas ocasiones la mera resolución del trauma inicial puede no requerir sesiones posteriores.
La terapia regresiva comienza con un síntoma, ya sea una conducta, una emoción intensa o un síntoma físico como dolores, molestias en el estómago, malestar, etc. A partir de ahí se realiza una flecha descendente, pasando por las situaciones recientes en las que se ha sentido el síntoma, y retrocediendo así hasta la primera infancia, el vientre materno o experiencias extrañas o ajenas a la realidad de la persona. En todo momento la persona que realiza la regresión permanece consciente y se le propone imaginar o recordar lo que pasó, permitiéndole revivir la experiencia paso a paso y con mayor intensidad. Llegado al momento del trauma se le invita a expandir el relato para aumentar su complejidad. En este se han de incluir experiencias físicas, emocionales, y reacciones mentales así como tomar consciencia de cómo afectan estas a su vida. En el relato se han de tener en cuenta el contexto, la secuencia de sucesos, la evaluación de estos y el resultado de la narración. Se ha de hablar con los afectados o terceras personas que participaron en la experiencia para resolver los conflictos y, finalmente, tomar consciencia de la resolución o moraleja del relato.
En ocasiones surgen versiones diferentes de la consciencia que se han de unificar para aumentar la coherencia del yo consciente.
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